Doctor, cordial saludo. Espero se encuentre bien.
Le escribo para agradecerle por salvar la vida de mi hija Mariana y la de mi familia. Han pasado 11 meses desde que la atendió y puedo dar fé que el cambio fue notorio, satisfactoriamente, desde el primer día.
Ahora VIVE la vida, y disfruta de ella.
Afronta las dificultades que se le presentan, pero es consciente que hacen parte de la vida de todo ser humano y que hay que trabajar en superarlas.
Ahora se baña (antes no quería ni asearse), se maquilla (antes ni se peinaba o mantenía con el pelo en cara para que no la vieran), se viste bonito (antes siempre andaba de negro y con ropa enorme, como escondiendo su cuerpo)
Goza (antes no quería ir a ningún lado, siempre encerrada en su cuarto), come( antes tenía que pedirle todos los días fotos y vídeos de sus comidas para garantizar que se alimentara), estudia una licenciatura en inglés y lengua castellana, disfruta a su hija y de la compañía de su pareja y, por supuesto, ya no atenta contra si misma.
Mi esposo y yo siempre lo recomendamos en todos lados, ya que por nuestra experiencia tan traumática con Mariana, casi habíamos perdido la esperanza de verla bien algún día.
No hubo tratamiento psicológico o psiquiátrico que tuviera efecto positivo en ella.
Prácticamente me había hecho a la idea que un día me iban a dar una fatal noticia.
Ya no veía salida.
Acudir a usted fue la medida desesperada de una madre que ya no tenía más opción.
Con toda la fé del mundo puse mi hija en sus manos, porque en las de Dios siempre lo he hecho.
Tengo el convencimiento que Él obró a través suyo.
Me place saludarlos, agradecerle siempre y salúdeme a su señora esposa también.
Maravillosa labor.
Mi sobrino creo está tomando terapia con usted, una compañera me pidió hace un tiempo su número para un familiar y hoy le pase su número a una amiga que lo requiere también.
Siempre que puedo lo recomiendo porque mis conocidos saben lo que pasamos con nuestra hija y lo difícil que fue.
Hoy es otra historia, una dónde mi hija puede decir que está VIVA y que tiene calidad de vida.
Una también en la que mi esposo y yo paramos de sufrir a diario.
Casi perdemos nuestra hija, nuestro hogar, todo lo que amamos y por lo que tanto hemos luchado.
Usted salvó nuestra familia
Mil gracias y Dios le bendiga siempre
Claudia Lorena Urbano Almario
Ibagué – Colombia